Mitología nórdica y leyendas vikingas para niños
Las Valkirias
Aesir: El "panteón" o grupo principal de dioses nórdicos (liderados por Odín) que viven en Asgard
Vanir: El "panteón" o grupo secundario de dioses nórdicos (liderados por Frey)
Los dos grupos lucharon entre ellos al principio, pero después de eso vivieron pacíficamente.
Odín estaba reuniendo a un ejército de defensores para Asgard, en preparación para cuando los jinetes de Muspelheim, la tierra del fuego, junto con los gigantes y los poderes malvados del inframundo desataran la batalla. Estos no estaban en el Æsir ni en el Vanir; eran parte de la raza de mortales, héroes escogidos de entre los caídos de los campos de batalla en Midgard, el Mundo de los Hombres.
Para escoger a los héroes y para darles la victoria a quienes la querían tener, Odín tenia doncellas de batalla que iban a los campos de guerra. Se llamaron las Valkirias, las Escogedoras de los Caídos, y eran hermosas y valientes, pero también sabias, y fue a ellas que Odín les mostró las runas de la sabiduría.
Aquellos que fueron escogidos en los campos de los caídos se llamaban los Einherjar. Odín preparó para ellos un gran salón que se llamó Valhalla, el Salón de los Caídos.
Valhalla tenía quinientas cuarenta puertas, y por cada una de ellas podían pasar ochocientos Campeones. Cada día los Campeones se ponían sus armaduras y bajaban sus armas de los muros donde las mantenían, y avanzaban y sostenían batallas entre ellos. Todos los que eran heridos volvían a quedar sanos, y se sentaban al banquete que Odín había preparado para ellos en paz y en profunda camaradería. El mismo Odín se sentaba con sus Campeones, bebiendo vino pero sin comer carne.
En lugar de carne los Campeones comían el jabalí Sæhrimnir; cada día lo mataban y lo cocinaban, y cada mañana estaba entero nuevamente. Para beber tenían la hidromiel que se hacía de la leche del chivo Heidrun, el que se alimentaba de las hojas del árbol Læradir. Y las Valkirias, las doncellas sabias y valientes de batalla iban con ellos, llenando los cuernos con la estimulante hidromiel.
La más joven de las doncellas de batalla era Brynhild. Sin embargo, Odín el Padre de T odo le había mostrado a ella más de la sabiduría de las runas de lo que les había mostrado a sus hermanas. Y cuando llegó el momento en que Brynhild empezaría su travesía hacia Midgard, Odín le dio un vestido de plumas de cisne, como el que les había dado antes a las tres hermanas Valkirias: Alvit, Olrun y Hladgrun.
En el deslumbrante plumaje de un cisne la joven doncella voló de Asgard. Aún no había ido a los campos de batalla. Las aguas la llevaron y mientras esperaba la voluntad del Padre de Todo, vio un lago que tenía arena dorada en su orilla, y como era una doncella se bañó en él.
Cerca de este lago vivía un joven héroe que se llamaba Agnar. Y un día mientras él descansaba cerca del lago vio a un cisne de plumaje deslumbrante posarse en el lago. Y, mientras ella estaba en los matorrales, el vestido de plumas de cisne se cayó y Agnar observó como el cisne se convertía en una doncella.
Su cabello era tan brillante, y todos sus movimientos eran tan fuertes y ligeros, que el héroe supo que tenía que ser una de las doncellas de batalla de Odín; una de las que daban la victoria y escogían a los caídos. Agnar era muy intrépido y decidió capturar a esta doncella aun cuando esto haría que Odín desatara su ira contra él.
Escondió el vestido de plumas de cisne que ella había dejado en los matorrales. Cuando ella salió del agua no pudo irse volando. Agnar le devolvió el vestido, pero Brynhild tuvo que prometer que ella sería su doncella de batalla.
Y mientras hablaban, la joven Valkiria vio en el a un héroe que podía demostrar que merecía el Valhalla. Agnar era muy noble y muy valiente. Brynhild fue con él como su doncella de batalla, y le contó buena parte de lo que sabía de las Runas de la Sabiduría, y le mostró que la última esperanza del Padre de Todo estaba puesta en la valentía de los héroes de la tierra; Odín sostendría una batalla en defensa de Asgard con los Escogidos de entre los Caídos como sus Campeones.
Brynhild siempre estaba con los guerreros de Agnar; revoloteaba sobre las batallas, el brillo de su cabello y los destellos de su vestido de batalla opacaban las lanzas y las espadas y los escudos de los guerreros.
Pero el Rey Helmgunnar, el de barba gris, desató la guerra contra el joven Agnar. Odín favoreció al rey de barba gris y le prometió la victoria. Brynhild conocía la voluntad del Padre de Todo, pero le dio la victoria a Agnar y no a Helmgunnar.
Brynhild fue condenada en el mismo instante en el que se opuso a la voluntad de Odín. Nunca más podría volver a Asgard. Ahora era una mortal, y las Nornas comenzaron a hilar las fibras de su destino mortal.
Odín, el Padre de Todo, estaba afligido porque la más sabia de sus doncellas de batalla nunca podría volver a aparecerse en Asgard, el reino de los Dioses. Cabalgó en Sleipner hasta donde estaba Brynhild. Y cuando estuvo frente a ella, fue su cabeza y no la de ella la que se inclinó apesadumbrada.
Porque Brynhild sabía ahora que el Mundo de los Hombres estaba pagando un precio amargo por la fuerza que Asgard estaba recuperando para la última batalla. Los más valientes y los más nobles eran llevados de Midgard, el Mundo de los Hombres, para llenar las filas de los Campeones de Odín. Y el corazón de Brynhild estaba lleno de ira contra los Dioses de Asgard, y ya no quería ser uno de ellos.
Odín miró a su inquebrantable doncella y dijo: "¿Hay algo que quieres que te conceda en tu vida mortal, Brynhild?"
"Solo una cosa" respondió Brynhild "que en mi vida mortal solo un hombre sin miedos, el hombre más valiente del mundo, pueda pedirme por esposa".
El Padre de Todo inclinó su cabeza y pensó. "Será como me lo pides" dijo. "Solo quien no tenga miedo se acercará a ti".
Entonces Odín la levantó en sus brazos y la cargó a través de la pared de fuego, mientras ella llevaba su casco en la cabeza y vestía la armadura de las Valkirias.
Pero Odín el Padre de Todo aun no había terminado: tomó una espina del Árbol del Sueño y la puso en la piel de la doncella. Entonces, con su casco en la cabeza y vistiendo la armadura de las Valkirias, Odín la levantó en sus brazos y la cargó a través de la pared de fuego. La recostó en el sofá que estaba dentro del Salón. Allí descansaría soñando hasta que el héroe sin miedo cabalgara a través de las llamas y la despertara a la vida de una mortal.
Se despidió de ella y se alejó cabalgando en Sleipner hacia Asgard. No pudo anticipar cual sería el destino de la doncella como una mortal. Pero el fuego que Odín había dejado seguía ardiendo y rodeando el Salón que los enanos habían construido. Por décadas ese fuego sería la cerca dentro de la que Brynhild, quien una vez fue una Valkiria, yacía dormida.