[in English]

Historias de la Biblia de DLTK para niños
Los tres hombres fieles

por Sharla Guenther

Esta es una historia que habla de un Rey y tres hombres valientes, todos con nombres muy extraños.  El nombre del rey es Nabucodonosor y los tres hombres eran Sadrac, Mesac y Abednego.  Ellos vivían en un lugar llamado Babilonia y los tres hombres trabajaban para el rey y tenían trabajos importantes para la provincia de Babilonia.

Un día el rey decidió construir una gran imagen hecha de oro de 90 pies de alta.  Para entender esta altura, imagina a 15 hombres parados uno encima del otro formando una torre alta.  ¡Seguro era muy alta!

El Rey Nabucodonosor hizo entonces un anuncio.  "Gente de todas las lenguas, cuando escuchen la música deben inclinarse y adorar a la estatua porque así lo ordeno yo.  Quien no obedezca y no adore la estatua será lanzado inmediatamente a un horno de fuego ardiente."

El problema con esto es que Dios no quiere que adoremos nada ni a nadie más que a Él.  Después de todo él es Dios, Él nos hizo y Él nos ama mucho.  El vino a la tierra y murió por nosotros y le importan todas las cosas en nuestras vidas.

¿Por qué querríamos orarle o adorar algo que no es real, algo que no puede responder a nuestras oraciones o ayudarnos? Es tonto adorar a una gran pila de oro como la que Nabucodonosor puso. El oro no puede oír, ver, o interesarse en nada ni en nadie.

Así que la siguiente vez cuando la música sonó, todos dejaron de hacer sus labores y se inclinaron para adorar a este ídolo. Todos excepto Sadrac, Mesac y Abednego. Algunos de los trabajadores del rey (que sentían envidia de ellos porque tenían tan buenos trabajos) vieron que estos no se inclinaban a adorar a la imagen, así que corrieron inmediatamente a contarle esto al rey.

Cuando el rey Nabucodonosor oyó las noticias se puso muy molesto y ordenó que les trajeran a los tres hombres  para que explicaran sus acciones.

Cuando los trajeron ante el rey, este les dijo: "¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abednego, que no quieren inclinarse y adorar la imagen de oro que hice? En caso de que fuera un error, les daré otra oportunidad. Cuando vuelva a sonar la música estarán listos y se inclinarán frente a la imagen, y si no lo hacen esta vez serán lanzados al horno ardiente y entonces ¿cuál dios podrá salvarlos?"

Sadrac, Mesac y Abednego se miraron entre ellos y contestaron al rey: "no cometimos ningún error y tampoco nos disculparemos por no inclinarnos. Si nos lanzan al horno, el Dios al que adoramos nos salvará y nos rescatará. Pero aun si no lo hiciera queremos que sepas que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la imagen de oro que has construido."

Esto hizo que Nabucodonosor se enojara aún más. Ordenó inmediatamente que calentaran el horno mucho más de lo normal y que algunos de los soldados más fuertes tomaran a los tres hombres y los lanzaran al fuego.

Los soldados tomaron los tres hombres y los lanzaron al horno. Ellos vestían todas sus ropas incluyendo sus túnicas, sus camisas y sus pantalones bajo ellas y turbantes en sus cabezas. Estas ropas prenderían fuego fácilmente.

Los soldados murieron mientras empujaban a los tres hombres hacia el horno, ya que el fuego era muy caliente y Sadrac, Mesac y Abednego cayeron en el horno que estaba muy, muy caliente.

Sadrac, Mesac y AbednegoEl Rey Nabucodonosor se paró de un salto y preguntó a sus consejeros: "¿acaso no eran solo tres los hombres lanzados al fuego?" ellos contestaron: "así es, rey."  Él dijo: "¡miren! Veo a cuatro hombres caminando en el fuego, desatados e ilesos, ¡y el cuarto parece como un Angel!"

Entonces Nabucodonosor se acercó al horno lo más que pudo y gritó en la puerta: "Sadrac, Mesac y Abednego, seguidores del Altísimo Dios ¡salgan!  ¡Vengan aquí!"

Así que los tres hombres salieron del horno sin quemaduras, sin que los cabellos estuvieran quemados, con todas sus ropas en perfecto estado y sin que olieran a humo para nada.

En ese momento Nabucodonosor supo que ellos adoraban al Dios verdadero y no a una estatua falsa.  Dios había enviado a un ángel para que los protegiera del peligro, pero lo que es aún más importante es que el rey se dio cuenta de que ellos de verdad creían y confiaban en Dios.  Estaban dispuestos a morir en lugar de servir o adorar a cualquier dios que no fuera su Dios.

Así que a partir de ese día el rey hizo un anuncio, dijo que nadie, ninguna persona que hablara cualquier idioma podría decir nada malo del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, porque de lo contrario serian castigados con rigor.

Entonces el rey dio a los tres hombres trabajos aún mejores de los que tenían para la provincia de Babilonia.

 

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