Cuando la canasta estaba lista, la niña se puso su capa roja y se despidió de su madre con un beso.
"Recuerda ir directo a la casa de la Abuela," le advirtió la madre. "¡No te entretengas por el camino y por favor no hables con
extraños! El bosque es peligroso".
"No te preocupes, mami", dijo Caperucita Roja, "tendré cuidado".