La sirenita tomó con cuidado la botella de las manos de la Bruja y nadó hacia la orilla donde había visto al príncipe por última vez. Suspiró y miró tristemente su cola de pez. Luego Sara reunió su coraje, asintió en silencio y bebió la poción mágica. Un dolor agudo la atravesó y se desmayó.
El príncipe caminaba como soñando a lo largo de la orilla. Por un momento pensó que su
sueño sobre una hermosa muchacha del mar se había convertido en realidad, cuando descubrió a una joven muchacha tendida en la playa, vistiendo un inusual vestido de escamas brillantes. Se apresuró justo
cuando los ojos de la muchacha se abrieron parpadeando.
“¿Quién eres y como llegaste a la playa?” preguntó el príncipe suavemente. Pero Sara no pudo responder porque su voz se había ido al
tomar la poción así que en lugar de eso le sonrió lindamente y se recostó en su brazo cuando él la guiaba a su castillo cerca al mar.