Actividades de la Biblia de DLTK para niños
La oración de Elías
1 Reyes 17-18
(Reina Valera)
Elías predice la sequía
17 Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad,
dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no
habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.
2 Y
vino a él palabra de Jehová, diciendo:
3 Apártate de aquí, y
vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente
al Jordán.
4 Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos
que te den allí de comer.
5 Y él fue e hizo conforme a la
palabra de Jehová; pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit, que
está frente al Jordán.
6 Y los cuervos le traían pan y carne por
la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo.
7
Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre
la tierra.
Elías y la viuda de Sarepta
8 Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo:
9 Levántate,
vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a
una mujer viuda que te sustente.
10 Entonces él se levantó y se
fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí
una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le
dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.
11 Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te
ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.
12 Y
ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente
un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una
vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y
para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.
13 Elías
le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí
primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y
tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.
14 Porque
Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará,
ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga
llover sobre la faz de la tierra.
15 Entonces ella fue e hizo
como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días.
16 Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija
menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.
17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de
la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento.
18 Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has
venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a
mi hijo?
19 El le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo
tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso
sobre su cama.
20 Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío,
¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole
morir su hijo?
21 Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó
a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de
este niño a él.
22 Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del
niño volvió a él, y revivió.
23 Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y
lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive.
24
Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios,
y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.
Elías regresa a ver a Acab
18 Pasados muchos días, vino palabra de Jehová a Elías en el
tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la
faz de la tierra.
2 Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. Y
el hambre era grave en Samaria.
3 Y Acab llamó a Abdías su
mayordomo. Abdías era en gran manera temeroso de Jehová.
4
Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a
cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los
sustentó con pan y agua.
5 Dijo, pues, Acab a Abdías: Ve por el
país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si acaso
hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las
mulas, para que no nos quedemos sin bestias.
6 Y dividieron
entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino, y Abdías fue
separadamente por otro.
7 Y yendo Abdías por el camino, se
encontró con Elías; y cuando lo reconoció, se postró sobre su rostro y
dijo: ¿No eres tú mi señor Elías?
8 Y él respondió: Yo soy; ve,
di a tu amo: Aquí está Elías.
9 Pero él dijo: ¿En qué he pecado,
para que entregues a tu siervo en mano de Acab para que me mate?
10 Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor
no haya enviado a buscarte, y todos han respondido: No está aquí; y a
reinos y a naciones él ha hecho jurar que no te han hallado.
11
¿Y ahora tú dices: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías?
12
Acontecerá que luego que yo me haya ido, el Espíritu de Jehová te
llevará adonde yo no sepa, y al venir yo y dar las nuevas a Acab, al no
hallarte él, me matará; y tu siervo teme a Jehová desde su juventud.
13 ¿No ha sido dicho a mi señor lo que hice, cuando Jezabel mataba a los
profetas de Jehová; que escondí a cien varones de los profetas de Jehová
de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los mantuve con pan y agua?
14 ¿Y ahora dices tú: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías; para que él me
mate?
15 Y le dijo Elías: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya
presencia estoy, que hoy me mostraré a él.
16 Entonces Abdías
fue a encontrarse con Acab, y le dio el aviso; y Acab vino a encontrarse
con Elías.
17 Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a
Israel?
18 Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y
la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a
los baales.
19 Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en
el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los
cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.
Elías y los profetas de Baal
20 Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los
profetas en el monte Carmelo.
21 Y acercándose Elías a todo el
pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos
pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él.
Y el pueblo no respondió palabra.
22 Y Elías volvió a decir al
pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de
Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres.
23 Dénsenos, pues, dos
bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre
leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo
pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo.
24 Invocad
luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de
Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios.
Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.
25 Entonces
Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo
vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros
dioses, mas no pongáis fuego debajo.
26 Y ellos tomaron el buey
que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la
mañana hasta el mediodía, diciendo: !!Baal, respóndenos! Pero no había
voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del
altar que habían hecho.
27 Y aconteció al mediodía, que Elías se
burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá
está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y
hay que despertarle.
28 Y ellos clamaban a grandes voces, y se
sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta
chorrear la sangre sobre ellos.
29 Pasó el mediodía, y ellos
siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el
sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase.
30 Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el
pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba
arruinado.
31 Y tomando Elías doce piedras, conforme al número
de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de
Jehová diciendo, Israel será tu nombre,
32 edificó con las
piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja
alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano.
33
Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la
leña.
34 Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla
sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y
otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo
hicieron la tercera vez,
35 de manera que el agua corría
alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.
36 Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta
Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy
manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por
mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
37 Respóndeme, Jehová,
respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el
Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.
38 Entonces
cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y
el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.
39
Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: !!Jehová es el Dios,
Jehová es el Dios!
40 Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que
no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al
arroyo de Cisón, y allí los degolló.
Elías ora por lluvia
41 Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia
grande se oye.
42 Acab subió a comer y a beber. Y Elías
subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro
entre las rodillas.
43 Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira
hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él
le volvió a decir: Vuelve siete veces.
44 A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la
mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab:
Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje.
45 Y
aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y
viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel.
46 Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y
corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.