Historias de la Biblia de DLTK para niños
¡Jesús está vivo!
por Sharla Guenther
Después de que Jesús murió, un hombre llamado José (de un lugar llamado Arimatea) puso a Jesús en una tumba que no había sido usada. Las tumbas que usaban entonces estaban cortadas en la roca, casi como una cueva, no se enterraban profundamente en la tierra como las de hoy. Antes de que José se alejara, algunos hombres le ayudaron a rodar una piedra grande y pesada frente a la tumba.
María y María Magdalena habían esperado un día para ver a Jesús, porque no pudieron ir en el Sabbat (el sábado que era un día para descansar). Prepararon especias y aceites como signo de respeto a Jesús, y fueron muy temprano la mañana del domingo a ver el cuerpo de Jesús.
Cuando casi llegaron a la tumba, la tierra tembló de repente y un ángel bajó del cielo. Corrió con facilidad la piedra retirándola de la entrada de la tumba y se sentó sobre ella.
Las mujeres se miraron una a otra y restregaron sus ojos, no podían creer lo que habían visto, además era muy temprano en la mañana, y aun estaban un poco soñolientas. El ángel era muy resplandeciente, casi tanto como los rayos. Sus ropas eran tan blancas como la nieve.
Algunos guardias habían custodiado la tumba para que nadie robara el cuerpo de Jesús. Cuando vieron el ángel, cayeron y no pudieron moverse ni hablar porque estaban muy asustados.
Luego el ángel dijo a las mujeres: "No teman. Sé que están buscando a Jesús, que ha muerto. Pero no está aquí; se ha levantado ¡como dijo que lo haría! Vengan y vean ustedes mismas, la tumba está vacía."
Las mujeres estaban confundidas. ¿Cómo pudo pasar esto? Estaban seguras de que Jesús había muerto ¿y ahora estaba vivo? Miraron en la tumba y las ropas en las que habían envuelto a Jesús estaban en el piso, y la tumba estaba vacía. Luego el ángel habló de nuevo: "Si quieren encontrar a Jesús, va camino a Galilea."
Así que las mujeres se apresuraron, estaban riendo y llorando al mismo tiempo. No sabían que sentir, habían estado tan tristes porque Jesús hubiera muerto y ahora estaban muy emocionadas porque ¡estaba vivo! Solo sabían que tenían que encontrar a Jesús, y que tenían que contarles a los discípulos las buenas noticias.
Al bajar por el camino voltearon una esquina y allí estaba Jesús. "Saludos" dijo. Las mujeres cayeron a sus pies y lo adoraron. Luego Jesús les dijo: "No teman. Vayan y díganle a mis discípulos que vengan a Galilea, allí es donde me verán."
Los discípulos vinieron a Galilea, y ya habían oído que Jesús estaba vivo. Estaban sentados hablando de esto cuando Jesús entró a la habitación y les dijo: "La paz esté con ustedes." Los discípulos dejaron de hablar inmediatamente. Aun cuando habían oído que Jesús estaba vivo, estaban asombrados de verlo entre ellos.
Jesús les dijo: "¿Por qué me miran como si hubieran visto un fantasma? ¿Por qué no creen lo que están viendo? Miren las cicatrices en mis manos y en mis pies. ¡Soy yo realmente! Tóquenme y vean, pues no soy un fantasma sino una persona real."
Los discípulos tenían la boca abierta por la sorpresa, porque aun no sabían que pensar. Estaban tan llenos de alegría, pero era tan imposible. Jesús entendió lo que estaban pensando, así que dijo: "Esto es lo que les dije que sucedería, que todo lo que está escrito en la Biblia debe suceder."
Jesús lo había dicho a los discípulos cuando habían compartido La Última Cena. Tomaron el pan en comunión y Jesús dijo: “este es mi cuerpo, que les he entregado...” pero los discípulos no habían entendido lo que significaba realmente.
Entonces Jesús les dijo: "Han visto las cosas que han sucedido, así que quédense en la ciudad y pronto les daré lo que Dios les ha prometido; el Espíritu Santo.
Cuando nos volvemos cristianos, Jesús automáticamente nos da el Espíritu Santo para que viva dentro de nosotros. El Espíritu Santo hace que sepamos cuando hemos hecho algo malo. Podemos sentirnos enfermos del estómago, o solo tener una mala sensación, ese es el Espíritu Santo que nos recuerda que estamos haciendo algo malo, o que debemos detenernos y disculparnos y pedir perdón por lo que hemos hecho.
Casi es el final de la historia, pero Jesús iba a ver a otra persona. Su nombre era Tomas y era uno de los discípulos que no estaba allí cuando Jesús se reunió con los demás. Tomas también había oído que Jesús estaba vivo, pero no lo había creído hasta que lo vio con sus propios ojos.
Una semana más tarde cuando Tomás vio finalmente a Jesús, este le dijo: "Coloca tu dedo aquí; mira mis manos. Deja las dudas y cree." Pero Jesús continuó: "Como me has visto, has creído; pero es más maravilloso que aquellos que no me ven, aun creen."
Es muy especial, Jesús estaba realmente hablándonos
a nosotros cuando dijo esto. ¡Si crees en Él sin haberlo visto, Él
piensa que tu eres muy especial! Es exactamente en lo que consiste
la fe, en creer en Dios aun cuando no lo podemos ver.
Versión imprimible de esta historia