En su viaje de regreso a casa, la Princesa Rayo de Luna lloró en voz baja, triste porque era hora de dejar a su familia en la tierra pero contenta de haber tenido la oportunidad de conocerlos. Mientras sollozaba, pequeñas gotitas plateadas caían flotando y quedando atrás. Estas lágrimas radiantes cayeron mágicamente en el cortador de bambú, su esposa y sus vecinos; todos ellos extrañaban mucho a la Señora Luna. Sus lágrimas llevaron un mensaje de amor y consuelo como el que había encontrado durante su tiempo en la tierra.

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Hasta el presente, las lágrimas de la Princesa Rayo de Luna pueden verse en las claras noches de luna en los pequeños estanques, ciénagas, y claros del bosque por todo Japón, especialmente alrededor del Monte Fuji, y es posible que una pequeña mariposa azul y negra esté cerca revoloteando en los campos cubiertos de hierba.

 

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