Sara se sumergió tristemente en el agua y regresó al castillo de su padre. Siempre había sido callada y pensativa, y ahora lo era más que nunca. Sus hermanas le preguntaron por lo que había visto durante su primera visita a la superficie del agua pero ella estaba demasiado triste como para compartir su historia. Lloró sola en su habitación dos días enteros. La mañana del tercer día, Sara despertó habiendo tomado la decisión de regresar para ver al príncipe que había rescatado, pero sabía que su padre nunca le permitiría regresar al mundo humano. Sara decidió que su única esperanza era visitar a la Bruja del Mar.
La Bruja sonrió cuando vio aproximarse a la sirenita sabiendo, mágicamente, lo que quería la joven muchacha.
“Te advierto, muchacha”, dijo
la vieja mujer dándose vuelta y entregándole a Sara una botella pequeña de un liquido negro, “a cambio de tu deseo de ser humana tendrás que sacrificar tu hermosa voz. A no ser que tu amor verdadero
te haga su esposa, nunca podrás hablar nuevamente y finalmente morirás”.