Cuando llegaron al castillo, los señores y las damas
miraron con curiosidad a la joven muchacha que acompañaba a su príncipe pero pronto todos en el castillo se acostumbraron a la callada presencia de la muchacha – a pesar de su extraño hábito de comer
solamente ensaladas de algas marinas al desayuno, almuerzo y cena.
El príncipe era muy amable con Sara y la trataba como una hermana menor pero para tristeza de Sara, sus pensamientos de amor
estaban en la mujer humana que lo encontró en la playa mientras Sara estaba escondida.
“Tenía los más hermosos ojos
azules. Solo estuvo aquí por un rato, pero la extraño tanto”, le contó el príncipe a Sara mientras caminaban por el jardín.
Después de un tiempo, Sara cayó en cuenta de que el príncipe no se
casaría con ella. Se sintió tan sola que pensó que su corazón se partiría pero aun la alegraba que el príncipe era tan buen amigo.
“Debo quedarme con el por el tiempo que pueda”, decidió Sara. Pero sabía que cuando él finalmente se casara con la mujer con quien soñaba, moriría, porque el hechizo de la bruja pedía que ella se casara con su amor verdadero para convertirse en humana completa.