Esa
noche después de la miserable derrota, el murciélago decidió que había tenido
suficiente. Voló hacia abajo y se unió a los mamíferos.
“¿Qué haces aquí?” rugió el puma son su garra levantada para tumbar al murciélago.
El murciélago abrió bien su boca para mostrar sus puntudos dientes. "Un momento”, dijo, “¡soy uno de ustedes! Ves, tengo dientes en mi boca como un mamífero – no un pico como un pájaro”.
Los mamíferos cavilaron unos momentos y luego acordaron que el murciélago
realmente pertenecía a su bando.