El
día siguiente, la batalla fue violenta nuevamente. Pero esta vez
soplaba un viento suave y los pájaros pudieron organizarse. Picotearon
los ojos de los mamíferos y se fueron volando antes de que los tocaran.
Esa noche, el murciélago se alejó del campamento de los mamíferos a
escondidas y voló hacia el cielo sin hacer ruido para unirse a los pájaros
victoriosos. Cuando estos se quejaron de que lo habían visto en el
bando de los mamíferos durante la batalla, el murciélago agitó sus alas
nuevamente y reclamó pertenecer a los pájaros.