el topoEl topo los visitó más tarde ese día y el ratón le pidió a Pulgarcita que le contara una historia. Ella lo hizo y entonces el topo se encariñó con Pulgarcita. Entonces el ratón  animó a Pulgarcita a que le cantara una canción al topo ciego.  Ella le cantó y el topo se enamoró inmediatamente.

El topo comenzó a visitar el agujero del ratón diariamente y con frecuencia invitaba a Pulgarcita a recorrer los túneles que construía. Pulgarcita aceptaba a regañadientes, pero solo por complacer al ratón de campo que había sido tan amable con ella.

“No te preocupes por ese pájaro.  Solo está tendido en el medio de mi túnel.  ¡El pobre miserable está muerto!” exclamo el topo. A Pulgarcita la embargaba la tristeza al ver al hermoso pájaro tendido en el medio del sucio túnel.  El topo pateó al pájaro con rabia al pasar por su lado.

“¡Ven! ¡Ven!” Llamó a Pulgarcita.

“Regresaré por ti” le susurró Pulgarcita al pájaro. Pasó el resto del día con el topo, sintiéndose infeliz.

 

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