Cuando llegó el otoño, Pulgarcita se sentó en el borde del agujero y suspiró a su amado sol que se ocultaba detrás del campo de maíz. Vio las hojas en el suelo y su corazón se llenó de una súbita tristeza. Pulgarcita comenzó a sollozar. Le dijo al ratón que no quería casarse con el topo. El ratón correteaba ignorando la tristeza de Pulgarcita.
“Vivirás una buena vida con el topo. No seas desagradecida. Tienes suerte de que un topo tan bueno con una chaqueta de terciopelo tan bonita quiera casarse contigo” dijo. Pulgarcita se puso más triste que nunca y esperó, temiendo el día de su boda.
Una mañana estaba contemplando el sol tardío de otoño con lágrimas en los ojos, pensando que nunca lo volvería a ver. De repente vio al pájaro que había rescatado el cual bajó volando y se posó a su lado. Entonces le contó a Pulgarcita que volaría durante el invierno hacia la tierra del verano, donde el sol siempre brillaba y los pájaros cantaban hermosas canciones como lo hacia ella. Una vez más, le pidió a Pulgarcita que se fuera con él.