Pero lentamente los tres cerditos se dieron cuenta de
que el lobo se había atorado antes de bajar completamente. Cuando entendió lo que había pasado, Penny comenzó a reírse nerviosamente. "¡Creo que se quedó atrapado en la parte torcida de mi chimenea!"
Peter asintió con incredulidad, dió un brinco y echó madera en la chimenea. Patty tomó los cerillos y prendió el fuego que pronto comenzó a rugir. Al poco tiempo los tres cerditos escucharon el angustiado aullido del lobo a medida que volvía a trepar por la chimenea. El fuego alcanzó su peludo abrigo y su cola se convirtió en una antorcha en llamas.
"¡Nunca más! ¡Nunca más volveré a bajar por una chimenea!" Chilló mientras trataba de apagar las llamas de su cola. Luego se alejó corriendo tan rápido como pudo.
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